Ahora el Central y el gobierno comienzan a dar vía libra a los bancos comerciales para que le presten al estado. Si bien es de esperar que la medida sea para que el Nación le empiece a prestar al estado y salvarlo de algunos agujeros (por ahora) temporarios, a la larga, se abre la puerta para volver a repetir uno de los errores que llevó a la gran crisis del 2001.
(“El central
da incentivos para que los bancos le presten al sector público” http://www.cronista.com/finanzasmercados/El-Central-da-incentivos-para-que-los-bancos-le-presten-al-sector-publico-20121109-0066.html)
Según la
nota, ahora los bancos podrían prestar al sector público sin exigencias de
capital. La decisión de prestar o no al sector público dependerá de los bancos,
pero todos tiene un precio. Cuando haga falta, el banco pondrá un precio y las
provincias o municipios estarán dispuestos a pagarlo con tal de ganar tiempo (léase
financiamiento para gastos corrientes).
A este
escenario se llegará si la actividad económica no mejora. La situación en las
provincias suele ir por adelantado a lo que ocurre en la nación, ya que cualquier
nivel jurisdiccional que no sea la nación, no puede recaudar el impuesto inflacionario,
y además muchos de los impuestos no tienen una base imponible que se actualice
con la inflación, mientras que en el lado de los gastos, no es fácil frenar las
erogaciones, menos en un ambiente actual con tantos “derechos adquiridos”. Por
ende, si la situación en la nación va empeorando, en las provincias será aún
peor.
Una mejoría
de la actividad o de las cuentas de la nación servirá para ganar tiempo. Un
tiempo que puede servir para sembrar el cimiento para un crecimiento de largo
plazo o solamente para esperar el próximo problema.
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